ANCLADOS EN EL AMOR DE DIOS EN LA ADVERSIDAD
Jesús siempre te ha amado, y siempre te amará.
1 Este es el mensaje que el Señor dio a Israel por medio del profeta Malaquías.
Amor de Dios por Israel
2 «Yo siempre los he amado», dice el Señor. Sin embargo, ustedes replican: «¿De veras? ¿Cómo nos has amado?». Entonces el Señor contesta: «Yo les he demostrado mi amor de la siguiente manera: amé a su antepasado Jacob,
3 pero rechacé a su hermano, Esaú, y devasté su zona montañosa. Convertí la herencia de Esaú en un desierto para chacales».
4 Los descendientes de Esaú en Edom podrán decir: «Hemos sido destrozados, pero reconstruiremos las ruinas». No obstante, el Señor de los Ejércitos Celestiales responde: «Puede ser que intenten reconstruirlas, pero yo las derribaré de nuevo. Su país será conocido como “tierra de perversidad” y su pueblo será llamado “el pueblo con quien el Señor está para siempre enojado”.
5 Cuando vean la destrucción con sus propios ojos, dirán: “¡Verdaderamente la grandeza del Señor se extiende más allá de las fronteras de Israel!”».
— Malaquías 1:1-5 (NTV)
Daniel E. Seo, Th. M., MABC | 6 de septiembre 2023
La pregunta, "¿Cómo me has amado, Dios? ¿Cómo es que me amas?" es una pregunta que todos hemos hecho en nuestras vidas. Aunque Dios nos ha rescatado en el pasado muchas veces para demostrarnos Su gran amor, y aunque hemos experimentado Su gracia, hemos cuestionado a Dios. Los momentos en los que esta pregunta surge con facilidad son cuando enfrentamos dificultades, y el dolor presente puede nublar la gracia de Dios en el pasado. En otras palabras, las dificultades nos hacen dudar del amor de Dios.
Lo que estamos experimentando no es muy diferente de lo que se vivía en tiempos de Malaquías. En el contexto de Malaquías, una de las tribus de Israel, Judá, estaba exiliada en Babilonia. Estuvieron esclavizados en Babilonia durante 70 años. Después de ser liberados de la esclavitud, esperaban recibir las bendiciones de Dios al regresar a Jerusalén. Sin embargo, en lugar de encontrar esperanza, se encontraron con dificultades. La región se llenó rápidamente de pobreza, injusticia, infidelidad matrimonial y desobediencia a los pactos con Dios. Estas dificultades hicieron que dudaran del amor de Dios. Por lo tanto, el profeta Malaquías intentó reavivar las llamas de la fe en los corazones de un pueblo desanimado.
Frente a las dudas de Judá hacia Dios, el libro de Malaquías comienza con una declaración de Dios: "Yo siempre los he amado”. En hebreo, estas palabras son un indicativo y también un verbo en tiempo presente perfecto, lo que denota una acción continua. Por lo tanto, Dios hace una declaración que dice: "Los amé en el pasado, los amo hoy y los amaré por siempre". Antes de exigir obediencia y señalar los errores cometidos por Judá, Dios establece Su amor en sus corazones. Esto es algo que vemos en toda la Biblia, donde Dios siempre establece Su amor antes de demandar obediencia. Es por esta razón que en el evangelio, la fe y la obediencia bíblica nacen como una respuesta a lo que Dios ya ha hecho por nosotros a través de Cristo.
Sin embargo, nuestra actitud es rechazar este amor de Dios. Una de las razones más significativas por las cuales no podemos recibir plenamente este amor de Dios es debido a que el enemigo, Satanás, nos ciega ante la Buena Noticia, el evangelio (2 Corintios 4:4). El evangelio expresa lo que Jesucristo ha hecho por nosotros en la cruz al morir por nuestros pecados para salvarnos de nosotros mismos. Pero si Satanás puede llevarnos a lugares donde no confiamos en este amor que fue dado en la cruz, lógicamente buscaremos amor temporal en este mundo. Buscaremos amor en la aprobación, que con el tiempo se desvanece. Buscaremos refugio en el alcohol y las fiestas. Buscaremos amor en relaciones y sexo fuera del matrimonio. Buscaremos amor y satisfacción en redes sociales, películas o telenovelas. El objetivo de Satanás es llevar nuestras almas al aislamiento, donde declaramos que nadie entiende nuestras dificultades y dolor, lo que nos lleva a cuestionar el amor de Dios. Si Satanás logra esto, habrá obtenido la victoria. Por lo tanto, es importante recordar que vivir cegados al amor de Dios y preguntar "¿Será que Dios me ama?" destruirá nuestras almas.
Por consiguiente, es momento de aferrarnos a la Buena Noticia nuevamente. Si permitimos que nuestras dificultades oscurezcan el amor de Dios y nos hagan dudar, debemos volver nuestra mente a cómo Jesús llevó todas nuestras dificultades en la cruz y abrió las puertas entre la tierra y el reino para que pudiéramos tener acceso al Padre celestial. Esto nos permitió tener fe y el arrepentimiento para la salvación. Jesús hizo esto por nosotros porque nos ama más de lo que podemos imaginar. Cuando realmente podamos comprender esto, no preguntaremos: "¿Cómo me has amado?", sino que afirmaremos: "Así me has amado, así me has amado".
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