CORAZÓN DE PIEDRA
Recordar la obra y la fidelidad de Dios es el procedimiento espiritual que nos salva del síndrome de corazón apóstata.
15 Jesús les encargaba diciendo: «¡Tengan cuidado! Cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». 16 Y ellos discutían entre sí que no tenían panes. 17 Dándose cuenta Jesús, les dijo: «¿Por qué discuten que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? 18 Teniendo ojos, ¿no ven? Y teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No recuerdan 19 cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogieron?». «Doce», le respondieron. 20 «Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogieron?». «Siete», le dijeron. 21Entonces les dijo: «¿Aún no entienden?». — Marcos 8:15-21 (NBLA)
Samuel E. Seo, Th. M. | 11 de octubre 2021
En la medicina, existe una complicación que se llama «corazón de piedra». El síndrome de corazón de piedra es una complicación muy rara que se produce en pacientes sometidos a una cirugía de baipás cardiopulmonar donde una parte del corazón se contrae fuertemente inhabilitando al corazón llenarse de sangre y así eventualmente produciendo la muerte.
El corazón endurecido
La Biblia habla del endurecimiento del corazón, pero en un sentido diferente. Por ejemplo, el libro de Éxodo habla del faraón de Egipto quien «endureció su corazón» para describir su terquedad en no querer afirmar la obra de Dios y dejar salir a los israelitas de Egipto. Más adelante en el libro de Ezequiel, Dios habla de corazones de piedra que tienden a la desobediencia y que les impide ser parte del pueblo de Dios. Ezequiel 11:19-20 dice: «Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en Mis estatutos, guarden Mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán Mi pueblo y Yo seré su Dios».
Pero lo más revelador se encuentra en lo que Jesús dice a Sus discípulos en Marcos 8:15-21. Cuando Jesús les advirtió a Sus discípulos de tener cuidado de la levadura de los fariseos y Herodes, los discípulos pensaron que Jesús estaba hablando sobre el hecho de que no tenían panes preparados para el camino, a pesar de haber acabado de ver dos milagros: la alimentación de los cinco mil y luego de los cuatro mil. En los versículos 17-19, Jesús les dice: «¿Por qué discuten que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni entienden? ¿Tienen el corazón endurecido? Teniendo ojos, ¿no ven? Y teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No recuerdan cuando partí los cinco panes entre los cinco mil?»
Lo que es interesante acá es que Jesús conecta el corazón endurecido con la falla para recordar. Esto debería sorprender aún a los cristianos en la misma manera que les sorprendió a los discípulos de Jesús. Corazones endurecidos no son síntomas que presentan solo los incrédulos; también son síntomas que podemos sufrir los discípulos de Cristo porque tendemos a olvidar las obras de fidelidad de Dios en nuestras vidas.
Recordar, el remedio para un corazón endurecido
Recordar la obra y la fidelidad de Dios es el remedio para nuestros corazones que tienden a endurecerse. Como seres humanos en cuerpos caídos y pecaminosos, tendemos a olvidar las cosas que hemos experimentado y aprendido. Olvidamos la capacidad infinita del perdón de Dios y por eso sentimos que Dios no nos puede perdonar. Solemos olvidar la última vez cuando Dios nos proveyó milagrosamente y por eso nos sentimos preocupados por nuestra situación financiera. Solemos olvidar que Dios está a solo una oración de distancia y por eso sentimos soledad. Solemos olvidar que Dios es soberano y por eso nos preocupamos de nuestro futuro. Solemos olvidar que Dios nos tiene una riqueza increíble preparada en el Reino de Dios y por eso dirigimos nuestros corazones hacia las riquezas del mundo. Solemos olvidar la belleza eterna que se encuentra en el mundo perfecto de Dios y por eso buscamos la belleza del mundo. Solemos olvidar que Dios es el Creador de la satisfacción y por eso buscamos las satisfacciones menores del mundo.
Recordar es el procedimiento espiritual que nos salva del síndrome de corazón apóstata. Esta es una de las razones por la cual la iglesia se ha reunido cada semana para escuchar la misma Palabra de Dios y así poder recordar la obra y la fidelidad de Dios. Por esto diariamente leemos la Biblia y oramos a Dios en el Espíritu de acuerdo con lo que dijo David: «Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios». Amén.
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