CORRIENDO LA CARRERA CRISTIANA
La razón fundamental para avanzar hacia adelante se encuentra en lo que Cristo ya ha logrado en la cruz.
12 No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. 13 Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, 14 sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
16 En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado.
— Filipenses 3:12-14, 16 (NVI)
Daniel E. Seo, Th. M., MABC | 27 de septiembre 2021
Hay un dicho que se utiliza en los deportes, «cuando te quieras rendir recuerda por qué empezaste». Puede parecer un buen lema para que alguien mire hacia atrás y continúe esforzándose por alcanzar la grandeza. Sin embargo, la vida cristiana no se trata de mirar atrás. Se trata de mirar hacia adelante y hacer el esfuerzo para avanzar. Se asimila más al recorrido de una carrera que, aunque puede parecer larga y agotadora, tiene un premio en su meta.
En Filipenses (3:12-14,16), Pablo describe cómo el cristiano puede seguir avanzando en una carrera con una determinación incansable y entusiasta hasta llegar a la meta y su respectivo premio. Curiosamente, Pablo usa la palabra «esforzándome» también para describir cómo él persiguió a la iglesia («perseguidor de la iglesia ...» Filipenses 3:6). Pablo usa las palabras «esforzándome» y «perseguir» para demostrar que él se había esforzado durante toda su vida para perseguir a los cristianos como un líder religioso. Sin embargo, después de su encuentro con Jesús (Hechos 9:1-19), comenzó a perseguir a Dios con el mismo tipo de vigor. Es como si Pablo estuviera diciendo: «Solía estar decidido en esforzarme a pecar, pero ahora, dado que Cristo ha esforzado todo Su ser para cargar la cruz y luego poseerme, ahora miraré más allá de mi pasado y seguiré esforzando todo mi ser para poseerlo a Él».
Hay una verdad importante para nosotros como cristianos en esta declaración. Necesitamos entender que cuando uno corre la carrera cristiana, no se trata de mirar atrás para ver quién eras y morar en tus fracasos o en lo que sientes sobre tu pasado. Es un movimiento hacia adelante en el cual te esfuerzas para avanzar hacia el próximo paso, con tu mirada puesta en un premio, es decir en Cristo. A pesar de que la carrera puede ser lenta, constante y agotadora, al final, se trata de dar cada paso y comprender que hay una recompensa.
Es por esto que la vida cristiana es comparable a una carrera de maratón. Tan pronto tomas un descanso y piensas que se acabó la carrera, un silbido te dice que tienes que comenzar a correr la carrera de nuevo. Puede que te preguntes «pero ¿cómo se puede seguir corriendo y corriendo después de las dificultades, el dolor, la fatiga y la falta de motivación?» Pablo nos da la respuesta. Él dice, «mientras sigamos olvidándonos del pasado y a medida que sigamos esforzándonos para avanzar, “En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado” (Filipenses 3:16)». En otras palabras, Pablo regresa al evangelio de lo que Jesucristo ya ha alcanzado y logrado en la cruz para nosotros una y otra vez. Es decir, describe la gracia de Dios como el combustible que necesitamos para continuar nuestra vida cristiana.
Mientras corres la carrera cristiana, si te encuentras cansado y agotado para continuar, la razón fundamental para avanzar hacia adelante se encuentra en lo que Cristo ya ha logrado en la cruz. Fíjate en la gracia inmerecida como la fuente de combustible que puede hacer rebosar tu corazón para que puedas seguir adelante. Regresa al evangelio una y otra vez mientras corres la carrera, porque el hecho de que Dios te siga amando, fortaleciendo y santificando a pesar de tus continuas dificultades es una muy buena noticia. No olvides el poder del evangelio, ya que esta es la fuente para perseguirlo con pasión.
Copyright © 2021 por Daniel E. Seo.
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