Samuel E. Seo, Th. M.  |  20 de junio 2023

El amor y el odio suelen verse juntos ya que son emociones opuestas más aparentes. Sin embargo, el anhelo y el miedo también forman una pareja interesante. Les comparto dos observaciones. Primero, al igual que el anhelo, el temor también puede ser bueno o malo, dependiendo del objeto. Por ejemplo, ya sabemos que anhelar a Dios es bueno, y es malo anhelar al mundo más que a Dios. Es lo mismo con el temor—temer a Dios es bueno, pero es pecado temer a otros seres humanos más que a Dios (cf. Mt. 10:28). Segundo, así como tenemos listas de anhelos, también tenemos una lista de temores. Tenemos anhelos específicos que deseamos más que otros. Del mismo modo, tenemos temores particulares que no queremos que ocurran en nuestras vidas más que otros.

Curiosamente, estas listas de deseos y miedos a menudo compiten entre sí. Por ejemplo, a un hombre mayor puede encantarle comer comida frita, pero su mayor temor hacia el riesgo de sufrir un infarto puede hacer que se abstenga. Al contrario, una madre puede tener miedo a morir quemada, pero su mayor amor por su hijo pequeño hace que corra hacia una casa en llamas para salvarlo. En palabras simples, lo que anhelamos puede superar nuestro temor si el anhelo es más potente que el miedo.

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La iglesia espiritualmente rica de Esmirna
Esto es precisamente lo que Jesús esperaba que hiciera la iglesia de Esmirna en Apocalipsis 2:10. La iglesia de Esmirna era un grupo de cristianos que estaban a punto de enfrentarse a una mayor persecución. Jesús les advirtió diciendo: «No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (LBLA). Aquí vemos una guerra entre el anhelo y el temor—es decir, el anhelo por la gloria de la vida eterna con Dios contra el temor al sufrimiento y a la muerte. Ahora, el hecho de que Jesús dijo estas palabras muestra que Él consideró a los cristianos en Esmirna como capaces de superar la mayor persecución que estaba por llegar, porque Jesús no permite que Su pueblo aguante algo que es imposible de resistir (cf. 1 Corintios 10:13). Entonces, ¿qué fue lo que permitió a la iglesia de Esmirna ser capaz de recibir un mandato tan desafiante?

La respuesta probablemente se encuentra en el versículo anterior. En el versículo 9, Jesús dice: «Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico)». Los cristianos de la iglesia de Esmirna eran pobres materialmente debido a la persecución que sufrían en su ciudad. Sin embargo, al mismo tiempo, eran ricos, es decir, vivían en abundante riqueza espiritual, el tipo de riqueza que confesó David en el Salmo 4:7 quien dijo: «Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo» (NTV). La iglesia de Esmirna vivían con un gozo y satisfacción por Dios y Su vida eterna que los hacían capaces de poder enfrentar el temor del sufrimiento inminente y la posible muerte.

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Cómo el anhelo puede triunfar sobre el miedo
¿Estás cumpliendo tus anhelos santos a pesar de tus temores? Tal vez deseas compartir el evangelio con tus amigos o compañeros de trabajo, pero temes ser ridiculizado, tratado como un marginado, o perder tu trabajo. Tal vez deseas ser bautizado y reconocido oficialmente como un miembro de la iglesia, pero temes ser criticado, rechazado o amenazado por tu familia. Tal vez sientes el llamado para servir a Dios como pastor o misionero, pero temes las dificultades económicas y sociales a las que tú y tu familia puedan enfrentarse. O tal vez simplemente imaginas la persecución en los últimos días y te preocupas de que serás incapaz de resistirla. Si deseas superar todos tus temores para cumplir tus anhelos santos de Dios, busca la riqueza espiritual de Dios que te ayudará a reconocer la gloria de tus anhelos santos y superar cualquier miedo a pesar de sus horrores. Esta riqueza espiritual que vislumbra el glorioso gozo y la satisfacción de la vida eterna es tan superior que te dejará insatisfecho con cualquier otro gozo y satisfacción que el mundo ofrece.

Para obtener esta riqueza espiritual, invierte tu tiempo con Dios para que Él produzca los frutos espirituales en ti. Pídele a Dios que te bendiga con abundante gozo que te deja deseando sólo la vida eterna. Pídele a Dios que te ayude a ser «pobre en espíritu» para que el reino de los cielos sea tuyo (Mateo 5:3). Sólo así tendrás la fuerza para satisfacer tus anhelos santos a pesar del temor que proviene del ridículo, la crítica, el rechazo, la pérdida del trabajo, la pérdida de los amigos, la pérdida de la familia, la pobreza, la enfermedad y las amenazas del mundo. La riqueza espiritual te liberará de una vida sumergida en el miedo. Amén.