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DEBO DEJAR DE PECAR, YO SÉ, PERO ¿CÓMO?

La batalla más grande contra el pecado no es la tentación; ¡son nuestros deseos!

13 Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie. 14 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. 15 Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. — Santiago 1.13–15 (LBLA)

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Daniel E. Seo, Th. M., MABC  |  18 de mayo 2020

Como cristianos, la gran verdad que todos nosotros sabemos es que debemos dejar de pecar. Al mismo tiempo, una de las grandes preguntas que existen y que nos hacemos es: pero ¿cómo puedo tomar los pasos adecuados para dejar de cometer esos pecados tan insidiosos que me devoran la vida? He escuchado a muchos contestar esta pregunta diciendo: “¡Tienes que evitar y cortar todas las tentaciones imaginables que tienes en tu vida! Tienes que dejar de andar con esos amigos que te traen esas tentaciones. Tienes que gastar todos tus datos en tu celular para que nunca más veas pornografía”.


Más allá de solo alterar el comportamiento 
Es cierto que todos tenemos nuestras tentaciones, pero es importante entender que este tipo de cambio hacia nuestras tentaciones solamente altera el comportamiento y no llega al problema más grande que reside dentro del corazón. Por ejemplo, uno de los síntomas que se presenta en una persona que tiene cáncer es la tos. Si un médico piensa que el paciente simplemente tiene una gripa y le da un antibiótico para parar la tos, el cáncer nunca se resolverá; es más, llevará a ese paciente a su muerte. 


De la misma manera, si nosotros simplemente cambiamos los comportamientos que tenemos contra las tentaciones, o simplemente intentamos resistir nuestras tentaciones, regresaremos a andar con esos amigos que nos traen una mala influencia cuando ya no podamos aguantar sentirnos aburridos, cuando sintamos la soledad aceptaremos a cualquier hombre/mujer como pareja aunque no sean buenos para nosotros, y cuando sintamos un vacío y la sensación de estar incompletos veremos cosas impuras que no debemos ver aun con o sin acceso al internet. Es decir, regresaremos al pecado, si combatimos la tentación y no la fuente de donde viene el pecado. 


Un deseo desordenado que se debe cambiar
Entonces, ¿qué podemos hacer si combatir contra la tentación o cambiar nuestras acciones hacia esas tentaciones no es la respuesta correcta? Para contestar esto, veamos Santiago 1:13-15. “13 Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie. 14 Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. 15 Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.”


Aquí la palabra pasión que Santiago usa en griego es femenina y se traduce literalmente como “un deseo profundo; un antojo carnal” que concibe el pecado. Así que lo que dice Santiago es lo siguiente: El pecado no comienza con tus tentaciones. El pecado surge de tus deseos desordenados, y así, cuando comienzas a desear esas cosas desordenadas que vienen de tu corazón, llegarás a la destrucción espiritual. Al ser atraído y responder a estos deseos que ya viven en tu corazón, el pecado llega a ser concebido y llegas a pecar contra el infinito y grandioso Dios.

 

La batalla más grande contra el pecado no es la tentación; ¡son nuestros deseos! Por tanto, la pregunta que debemos hacer no es: “¿Cuál es la tentación que debo enfrentar hoy?”, sino que cada mañana debemos hacer la pregunta: “¿Cuál es el deseo desordenado que debo cambiar hoy?”.


Dios permite la tentación por una razón 
En este punto tal vez estás pensando en Mateo 6:13 donde Jesús nos enseña a orar diciendo: “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Bien, hay que entender que aquí la palabra “tentación” es como una prueba. Dios sí permite que sus hijos e hijas entren en pruebas, pero nunca nos trae tentaciones como lo vimos en el texto de Santiago 1. Permitir que entremos a la tentación es diferente a traer la tentación para torturarnos espiritualmente. Incluso, lo importante es entender que cuando Dios permite que Sus hijos e hijas entren a estas pruebas, siempre provee un escape a esa tentación que enfrentamos. 1 Corintios 10:13 dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla”.


Entonces, Dios, en su infinito amor, ¿por qué permite que caigamos en estas pruebas y en las tentaciones que el enemigo nos trae? Porque en medio de esa tentación que Dios permite que nosotros enfrentemos, Él siempre nos muestra un escape. Porque en medio de esa tentación que intentamos resistir —y que no pensamos poder soportar— Dios es tan amoroso para rescatarnos de esa prueba específica, que nos muestra que sí podemos depender en Él. 


Si llegamos a ver esta verdad, empezaremos a depender más en Él y así, resultará en el crecimiento de nuestra fe. En otras palabras, al entender que Él es amoroso, bueno y fiel en rescatarnos y salvarnos de nuestras tentaciones, nuestro deseo desordenado empezará a reorientarnos hacia Él. Dios no quiere cambiar las tentaciones que enfrentamos, Él quiere cambiar el deseo desordenado que tenemos escondido en el corazón al mostrar que Él sí es confiable y fiel. 


¿Cuál es la tentación que has enfrentado toda tu vida? ¿Cuál es la tentación que estás enfrentando hoy? Deja que los deseos de tu corazón descansen en quien es más valioso que cualquier otra cosa que puede satisfacer en este mundo: Jesucristo. Nada es más importante en tu vida que el despertar tu deseo por Jesús por encima de cualquier otra cosa. El triunfo de las tentaciones se encuentra en tu deseo por tener a Jesús por encima de todos los otros deseos que tienes en tu vida. ¿Cuál es tu deseo hoy? ¿Quién es tu deseo hoy?

Copyright © 2020 por Daniel E. Seo. 

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.lbla.com.

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