ESPINAS PERSISTENTES
Dios permite nuestras espinas persistentes para que aprendamos a vivir con gozo y satisfacción en Jesucristo no sin las espinas, sino a pesar de ellas.
7 Así que, para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso.
8 En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara. 9 Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. 10 Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte. — 2 Corintios 12:7-10 (NTV)
Samuel E. Seo, Th. M. | 13 de junio 2022
Como cristianos, sabemos cómo son las espinas persistentes—es decir, las dificultades dolorosas y persistentes sobre las que no tenemos control. Estas espinas algunas veces vienen en forma física, como migrañas persistentes u otras debilidades sin cura. También vienen en formas mentales y emocionales. Algunos sufrimos de ataques persistentes de depresión, inseguridad y soledad cada día. Finalmente, hay espinas espirituales y estas nos atacan en forma de tentaciones sexuales o con sentimientos como la envidia, la duda, la ira, la codicia, el deseo de chisme y mucho más.
Cuando sufrimos de espinas persistentes, hacemos las siguientes preguntas. ¿Por qué Dios permite que ciertas dificultades persistan en nuestras vidas? ¿Por qué Dios permite que mi enfermedad permanezca? ¿Por qué Dios permite que mi familia y mis amigos sigan persiguiéndome por ser cristiano? ¿Por qué Dios no me quita la depresión diaria? ¿Por qué Dios sigue permitiendo que sufra tentaciones? En palabras simples, ¿por qué Dios permite que algunas de nuestras espinas permanezcan en nosotros a pesar de haber pedido ayuda durante tanto tiempo?
Para la humildad, dependencia y poder
2 Corintios 12:7-10 nos muestra que Pablo también sufría de una espina persistente. Nadie sabe exactamente qué era esta espina que Pablo tenía. Algunos piensan que era una enfermedad física, como un problema con la vista. Otros piensan que era una lucha psicológica debido al hecho de que en el pasado perseguía a la iglesia. Otros piensan que se refería a los perseguidores que intentaban destruir su ministerio. Otros piensan que estaba siendo perseguido por un demonio. Nadie lo sabe con certeza.
Pero hay tres cosas que sabemos con certeza. La primera es que Dios permitió que esta «espina» permaneciera en Pablo para que no se volviera arrogante (v. 7). Segundo, Dios lo permitió para mostrarle a Pablo lo débil que era sin Dios (v. 9-10). Y tercero, Dios lo permitió para ayudarle a Pablo a vivir con la fuerza de Jesucristo en lugar de su propia fuerza (v. 9-10). Las espinas persistentes son recordatorios que dicen: «Somos débiles sin Jesús. Necesitamos a Dios con nosotros siempre. Necesitamos la fuerza de Jesucristo».
Pero ¿qué tipo de fuerza? Pablo, mientras estaba en prisión, nos dio una pista en Filipenses 4:11-13: «11 No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:11-13, NBLA). En palabras simples, Dios permite nuestras espinas persistentes que muestran cuán débiles somos para que aprendamos a vivir con gozo y satisfacción en Jesucristo no sin las espinas, sino a pesar de ellas.
Las espinas persistentes existen aun en cristianos maduros
¿Sufres de espinas persistentes? Es fácil sentirse avergonzado o desanimado porque piensas que sufres de ellas porque eres débil en la fe o porque Dios no te ama. Pero tienes que tener esto en cuenta que un cristiano maduro también sufre de espinas persistentes. Un cristiano maduro es alguien que vive con una increíble esperanza, confianza y satisfacción a pesar de todas las espinas persistentes de la vida. Un cristiano sin espinas persistentes muchas veces no significa que sea maduro o santo; de hecho, puede significar lo contrario—que Dios está ausente en su vida.
Las espinas persistentes son comunes en todos los verdaderos cristianos, porque sirven como oportunidades para mostrar cuán fuertes son con la fuerza de Jesucristo. Como ya vimos, el apóstol Pablo tenía una espina persistente. De hecho, Dios le dijo que su espina sería permanente. Jesús también tuvo una espina persistente y permanente durante toda Su vida, y esta fue la peor de todas: sabía exactamente cuándo tendría que morir la muerte más horrible de toda la humanidad como el Cargador de todo el pecado y la culpa. ¿Quién puede vivir así? Pero Él vivió y murió llevando la corona de espinas por ti. Cuando sufras de espinas persistentes, recuerda aferrarte a Jesús quien fue infinitamente poderoso para ser victorioso por ti, para que puedas vivir en Su fuerza hasta el día en que Dios te dé alivio en la tierra o, si no, hasta el día en que Dios enjugue toda lágrima y quite cada espina de tu vida en Su reino. Amén.
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