¿HAS ESTADO ENOJADO CON DIOS?
Mientras que la desconfianza en Dios produce solo angustia y miseria, la confianza en Dios produce alegría y vida.
3 Pero el pueblo tuvo sed allí, y murmuró el pueblo contra Moisés, y dijo: «¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».
4 Y clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué haré con este pueblo? Un poco más y me apedrearán».
5 Entonces el Señor dijo a Moisés: «Pasa delante del pueblo y toma contigo a algunos de los ancianos de Israel, y toma en tu mano la vara con la cual golpeaste el Nilo, y ve.
6 Yo estaré allí delante de ti sobre la peña en Horeb. Golpearás la peña, y saldrá agua de ella para que beba el pueblo». Y así lo hizo Moisés en presencia de los ancianos de Israel. — Éxodo 17:3-6 (NBLA)
Jong Hyuk Park, M. D. | 22 de agosto 2023
Historia
Hace varios años en Bogotá, un pastor estaba hablando con un joven que estaba muy enojado con Dios. «¿Cómo podría Dios existir y permitir que tantas personas sufran en esta tierra? No, me niego a creer en Dios» decía. Tristemente el pastor no le respondió pues el joven se veía muy indignado.
Como lo había experimentado el joven, es cierto que Dios permite que las personas sufran. Sin embargo, aunque hay diversas razones por las cuales las personas sufren, según la Biblia, dudar de Dios nunca es la solución. De hecho, dudar de Dios ciertamente solo trae angustia y miseria.
La desconfianza en Dios solo trae angustia y miseria
Tras haber salido de Egipto y en camino a una tierra prometida, por mandato de Dios, los israelitas acamparon en un lugar llamado Refidim (Éxodo 17:1). Al ver alrededor, sin embargo, los israelitas vieron que no había agua. Debido a esto, comenzaron a dudar tanto de las intenciones como del poder de Dios. No creían que Dios quería lo mejor para ellos ni que era capaz de llevarlos a la tierra que les había prometido. Por tanto, se llenaron de angustia y miseria pues pensaban que iban a morir de sed. Angustiados, le reclamaron a Moisés: «¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?» (v. 3).
Era tanta la amargura y angustia que se quejaban de haber sido guiados fuera de Egipto. Esto demuestra que se querían devolver. Sin embargo, era una locura que ciertamente los haría miserables pues el faraón y los egipcios odiaban a los israelitas. Éxodo 1:13-14 dice: «Los egipcios, pues, obligaron a los israelitas a trabajar duramente, y les amargaron la vida con dura servidumbre en hacer barro y ladrillos y en toda clase de trabajo del campo». Era tanto el odio y abuso contra ellos, que en una ocasión, el faraón llenó el río Nilo con la sangre de niños hebreos (Éxodo 1:22).
Sin embargo, no para aquí. La desconfianza no solo afectó a los israelitas sino a otros también. Por las amargadas amenazas de los israelitas, Moisés también estuvo angustiado. Por eso le “clamó” al Señor pidiéndole ayuda diciendo: «¿Qué haré con este pueblo? Un poco más y me apedrearán» (Éxodo 17:4). En resumen, es evidente cómo la desconfianza en Dios solo produce amargura y miseria a todos. La desconfianza en Dios afecta no solo a quienes la cometen sino también a aquellos que están a su alrededor.
La confianza en Dios trae lo opuesto: alegría y vida
A diferencia de los israelitas, Moisés, sin embargo, no dejó que sus circunstancias definieran lo que debía pensar sobre Dios. A pesar de las dificultades, Moisés confió en la bondad y el poder de Dios. Esto fue evidente porque oró y le pidió ayuda a Dios. Si no hubiese confiado en Dios, Moisés no habría orado. Por su confianza, Dios guió a Moisés diciéndole: «”Yo estaré allí delante de ti sobre la peña en Horeb. Golpearás la peña, y saldrá agua de ella para que beba el pueblo”. Y así lo hizo Moisés en presencia de los ancianos de Israel» (Éxodo 17:5-6).
Algo increíble de esta historia es la forma en la que Dios proveyó agua a los israelitas. A Moisés le pidió que llevara algo muy específico: la vara con la que había golpeado el río Nilo (Éxodo 17:5). Esta vara era con la que Dios había convertido el agua del río Nilo en sangre, es decir, un agua que causó la muerte de los peces de Egipto (Éxodo 7:21). Sin embargo, cuando Moisés golpeó la roca de Horeb, en lugar de agua de muerte, salió lo completamente opuesto: agua que dio abundante alegría y vida a todos. La confianza que Moisés tuvo en Dios permitió no solamente que los israelitas bebieran sino que también se dieran cuenta que Dios desea usar Su poder para proveer alegría y vida a Su pueblo (lo totalmente opuesto a lo que le envió a los enemigos de Su pueblo).
Conclusión
¿Has estado últimamente enojado/a con Dios? Tal vez le reclamas porque Él está permitiéndote sufrir. O hasta tal vez, estás tan enojado/a que ni siquiera has estado orando a Dios. Si te sientes así, es muy probable que sea porque estás pecando y desconfiando de Dios. Sin embargo, esta desconfianza no es la solución. Según la Biblia, la desconfianza solo trae angustia, amargura y miseria.
Si dudas, recuerda lo que ocurrió en la roca cuando Moisés la golpeó; de cómo Dios demostró que desea usar Su poder para el bienestar de Su pueblo. Recuerda cómo Jesús, aunque estaba colgado en la cruz con sed, confió en Dios aun en Su último momento diciendo: «Padre, en tus manos encomiendo Mi Espíritu» (Lucas 23:46) para poder proveerte a ti y aquellos alrededor tuyo alegría y vida en abundancia (Juan 10:10) así como lo hizo en la roca de Horeb para el pueblo de Israel.
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