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LÁGRIMAS DIVINAS DEL HIJO

Jesús merece nuestras lágrimas de amor por todas las lágrimas de sufrimiento que Él derramó debido a y por nosotros.

32 Al llegar María adonde estaba Jesús, cuando lo vio, se arrojó a Sus pies, diciendo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto»

33 Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también, se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció.

34 «¿Dónde lo pusieron?», preguntó Jesús. «Señor, ven y ve», le dijeron.

35 Jesús lloró. 36 Por eso los judíos decían: «Miren, cómo lo amaba».

— Juan 11:32-36 (NBLA)

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Samuel E. Seo, Th. M.  |  20 de febrero 2023

Hace unos años, en una región occidental de Ucrania, un equipo de arqueólogos descubrió una tumba de una pareja joven de hace 3.000 años. Lo que interesó a los arqueólogos sobre este entierro tenía que ver con la mujer. Los expertos de autopsia dijeron que la mujer estaba posicionada de una manera donde hubiera sido imposible si ya estaba muerta cuando los dos fueron enterrados. En otras palabras, creen que la esposa fue enterrada viva con su esposo. Pero lo que es más asombroso fue que, teniendo en cuenta la cultura de esta pareja, la cual tenía un concepto del matrimonio bien desarrollado y el abrazo tierno de la mujer hacia su esposo muerto, mostraban que la decisión para ser enterrada viva con su esposo en lugar de continuar su vida sin él probablemente fue voluntaria. Creen que la mujer posiblemente tomó veneno cuando fue enterrada con su esposo muerto creyendo que estaría acompañándolo al paraíso.

Las lágrimas de Jesús en Juan 11
Es sorprendente ver a una persona amar tanto como esta mujer. Sin embargo, hay algo más sorprendente que nos muestra la Escritura. Cuando murió Lázaro, Jesús regresó a Betania donde vivían Lázaro y sus dos hermanas. Cuando Jesús vio a los que estaban llorando, se entristeció y derramó lágrimas. Juan 11:35 dice: «Jesús lloró». Es uno de los versículos más cortos de la Biblia, pero también un versículo sorprendente. ¿Por qué? Primero, nadie merece ni una sola lágrima del Hijo de Dios. Nadie merece que Jesús sufra por él o ella. No lloramos por los insectos que mueren en los bombillos de nuestras casas porque son insignificantes. Mejor dicho, son molestos. De la misma manera, es absurdo que Jesús quien es tan infinitamente digno y eterno derrame lágrimas por la humanidad. Una sola gota de lágrima de Jesús es más importante y más preciosa que el valor de todos los seres humanos que han existido, que existen y que existirán combinados.


Segundo, Jesús nunca merece estar entristecido. Nunca merece dolor. Nunca debería estar derramando lágrimas de dolor y sufrimiento por ninguna razón, porque Él es perfectamente bueno. Él merece lo mejor. Él merece ser glorificado. Él merece todo el amor de toda la creación. Un Ser perfecto como Dios solamente merece la perfección. Pero, a pesar de todas estas razones, vemos que «Jesús lloró». Cuando los judíos vieron a Jesús llorando y decían «Miren, cómo lo amaba», creo que ellos no sabían que estaban presenciando las lágrimas divinas de Dios.

Las lágrimas de Jesús por nosotros
Si Dios el Hijo, Jesucristo, sintió un profundo dolor y derramó lágrimas por Lázaro, sus hermanas y los que lloraban por ellas, también derrama lágrimas divinas por nosotros. Como ya sabemos, Jesús hizo mucho más que simplemente derramar lágrimas. Isaías 53:3-6, solo una parte de la profecía de Jesucristo, dice: 5 Pero Él fue herido por nuestras transgresiones, Molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, Y por Sus heridas hemos sido sanados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, Nos apartamos cada cual por su camino; Pero el SEÑOR hizo que cayera sobre Él La iniquidad de todos nosotros (NBLA).


Sin embargo, hay otro sufrimiento de Jesús del que no hablamos mucho. Se encuentra en el clamor de Jesús en Mateo 27:46. Dice: Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: «ELÍ, ELÍ, ¿LEMA SABACTANI?». Esto es: «DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?». Este clamor posiblemente fue el sufrimiento más grande de Jesús. Piensen lo siguiente: cuando ves a un extranjero caminando en la calle quien te saluda y tú devuelves el saludo, probablemente no te lamentarías o perderías el sueño por el hecho de que probablemente no lo verás otra vez. Si tuviste un amigo durante tus años de bachiller, pero te mudaste después de graduarte, esa separación es un poco más difícil. Imagina una pareja casada que vivieron más o menos felices por 20 años y uno de ellos muere. Ese dolor sería aún más difícil. Imagina una pareja casada que vivieron muy felices por 60 años. Ese dolor sería uno de los peores de la vida. Sin embargo, el dolor detrás del grito del Hijo en Mateo 27:46 fue el grito de un Ser que tenía una perfecta relación con Su Padre no solo por 60, 600, 6.000, ni 6 billones de años sino por toda la eternidad (Juan 1:1), y en este momento, en la cruz, experimentó un quebrantamiento relacional con Su Padre. Fue un dolor infinito. Si Jesús derramó lágrimas en ese momento, fueron lágrimas divinas de dolores incomprensibles. Y lo que es sorprendente es que Jesús sabía que Su dolor en la cruz sería así, pero todavía decidió sufrirlo para salvarnos.

Conclusión
Es fácil hablar de nuestras propias lágrimas delante de Dios. Hablamos mucho de nuestras dificultades y necesidades. Es fácil preguntar a Dios por qué estamos sufriendo. Algunas veces, nos quejamos ante Él por nuestras lágrimas. También hay momentos donde acusamos a Dios por nuestros dolores. Sin embargo, ¿has pensado en los dolores de Dios? ¿Has derramado lágrimas por el sufrimiento que tú has causado a Él? De pronto ya sabes sobre las lágrimas de Dios, pero no tomas acción para dejar de ofenderlo y entristecerlo. Sigues en pecado contra Dios. Si eres así, en este momento, Dios te dice lo siguiente: «¿No te importa que derramo lágrimas dolorosas debido a ti? ¿No te importa que estoy entristecido debido a ti?» Si no te importa es porque tú no lo amas. En Juan 14:15, Jesús dice: «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos».


Jesús hizo mucho más que la mujer quien decidió morir con su esposo para acompañarlo al paraíso; Jesús decidió morir por nosotros para permitirnos entrar al paraíso de Dios. Jesús merece nuestras lágrimas de amor por todas las lágrimas de sufrimiento que Él derramó debido a y por nosotros. Si realmente lo amas, busca Su perdón, porque Él todavía te espera en Sus lágrimas divinas. 

Copyright © 2023 por Samuel E. Seo.

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