LAS LLAMAS DE UN JESUCRISTO HUMILLADO
La persistencia de Jesús en medio del odio y la humillación nos demuestra el supremo valor que tienen los planes de salvación de Dios.
27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Pretorio, y reunieron alrededor de Él a toda la tropa romana.
28 Después de quitarle la ropa, le pusieron encima un manto escarlata.
29 Y tejiendo una corona de espinas, la pusieron sobre Su cabeza, y una caña en Su mano derecha; y arrodillándose delante de Él, le hacían burla, diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!».
30 Le escupían, y tomaban la caña y lo golpeaban en la cabeza.
31 Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron Sus ropas y lo llevaron para ser crucificado. — Mateo 27:27-31 (NBLA)
Jong Hyuk Park, M. D. | 22 de noviembre 2022
Ilustración
En el año 2004, Nancy Ruiz de Cleveland vivió una de las peores pesadillas cuando se dio cuenta que su hija, Gina, de tan solo catorce años, había desaparecido. Durante 9 años tuvo que esperar y sufrir tanto vergüenza, pues había algunos que dudaban que su hija seguía con vida, como dolor antes de recibir una llamada en la que le dirían que finalmente su hija había sido hallada. A pesar de la vergüenza y el sufrimiento, Nancy perseveró pues sabía que había algo más valioso: la vida de su propia hija.
Introducción
Así como Nancy perseveró, el Señor Jesucristo también tuvo que luchar en medio de la humillación y aflicción. Pero si la persistencia de Nancy nos enseña que la vida de su hija era más preciosa que la humillación y el dolor por la que pasó, ¿qué nos enseña la perseverancia de Jesucristo?
Hay diversas maneras en las que Jesús fue despreciado y odiado
Antes de indagar por qué, es importante pri mero entender cómo fue despreciado y odiado Jesús. Mateo, por ejemplo, demuestra esto en tres diferentes maneras. Primero, muestra que «los soldados…llevaron a Jesús al Pretorio» y luego «lo llevaron para ser crucificado» (v. 27). Es decir, que, así como un granjero lleva a su ganado hacia donde él desea, los soldados llevaron a Jesús donde ellos querían. En lugar de seguirlo como un discípulo lo haría, los soldados menospreciaban tanto a Jesús que lo trataban como si fuese un animal.
Segundo, los soldados consideraban a Jesús de tan poco valor que lo desvestían y vestían según como deseaban. En esos tiempos, la ropa tenía un significado importante pues era un símbolo de tu estatus y poder social. Por tanto, fue extremadamente vergonzoso cuando los soldados le quitaron la ropa a Jesús (v. 28). Mientras que, a los judíos, la desnudez les recordaba a la vergüenza que tuvieron Adán y Eva al pecar, a los romanos, la desnudez les mostraba que era como si no existieras: alguien sin estatus o poder social. Es decir, los soldados cruelmente desvistieron a Jesús porque para ellos Él no tenía ningún valor en la sociedad.
Tercero, los soldados menospreciaban tanto a Jesús que se burlaban de Sus enseñanzas. Les parecía irrisorio que alguien como Jesús, golpeado y débil, pudiese ser un rey. A diferencia del César, Jesús no tenía un manto elegante, un cetro grandioso o una brillante corona de oro. Por eso los soldados se burlaban de Él mientras violentamente y con un profundo odio, le golpeaban en la cabeza una tras otra vez. Hasta le escupían en la cara (v. 29), pues para ellos, Jesús era insignificante. Por tanto es evidente que Jesús fue despreciado y odiado en diversas maneras.
El valor supremo que tiene hacer la voluntad de Dios
En vista de lo mencionado previamente, la perseverancia de Jesús nos demuestra algo importante: que hacer la voluntad de Dios tiene un valor superior sobre todas las cosas. Desde pasajes previos, Mateo relata cómo Jesús sabía que si cumplía la voluntad de Su Padre tendría que ser maltratado y pasar por una terrible humillación (cf. Mateo 16:21, 17:22-23, 20:18-19). Sin embargo, a pesar de esto, Jesús oró: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras» (Mateo 26:39, NBLA).
Cuando uno lee este pasaje entonces es importante que sí, veamos cómo de débil, afligido, y golpeado estaba Jesús. Sin embargo, también es muy importante que logremos ver las llamas del celo y profundo amor que había en los ojos de Jesús. Tan grande era Su pasión y amor tanto por Su Padre como por la Iglesia, que Jesús perseveró. Luchó y esperó pues sabía que los planes de Dios tenían un valor infinitamente superior a todo lo que Él sufriría.
Aplicación
¿Tratas a Jesús, así como los soldados romanos lo hicieron? Cuando Él te dice que no mires esas cosas malvadas en internet ¿desobedeces porque lo consideras de poco valor, alguien sin estatus o importancia? O tal vez cuando te dice que confieses tus pecados a solas ante Él, te burlas escupiéndole en la cara y diciéndole: «¿Quién eres tú? Tú no eres rey». Cuando desobedecemos a Jesús no estamos actuando nada diferente a cómo actuaron los soldados romanos cuando despreciaron a Jesús.
Por tanto, volteate de tus pecados y persevera en la voluntad de Dios. Hazlo pues Jesús hizo eso por ti. Hazlo y entenderás por qué los ojos de Jesús estuvieron en llamas y llenos de un profundo amor por Su Padre y la Iglesia. Hazlo y mientras caminas en el camino del sufrimiento y de vergüenza tal vez otros también alcanzarán a ver cómo tus ojos también parecen llamas, llamas que le demuestran al mundo lo valioso que son los planes de salvación de Dios.
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