MARCAS DE UN VERDADERO DISCÍPULO
Los verdaderos discípulos se aman los unos a los otros y glorifican a Dios como Cristo.
31 Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo: —Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. 32 Si Dios es glorificado en él, Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto. 33 »Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para estar con ustedes. Me buscarán, y lo que antes les dije a los judíos, ahora se lo digo a ustedes: Adonde yo voy, ustedes no pueden ir. 34 »Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. 35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros». — Juan 13:31-35 (NVI)
Jong Hyuk Park, M. D. | 22 de junio 2022
Falsa convulsión
De repente entraron unos paramédicos a la sala de urgencias con un hombre que convulsionaba y agitaba incontrolablemente una camilla. Se podía ver el pánico que había en los ojos de los que lo habían traído. Sin embargo, apenas lo vio un profesor médico, dijo, «está fingiendo». Fue una sorpresa, pues todo parecía tan real. Pero el profesor supo que estaba actuando principalmente porque tenía los ojos cerrados, un indicativo de que se trataba de una falsa convulsión.
Judas, fingiendo en ser un discípulo
Como esta historia, Juan vio a Judas salir de la última cena tras haber recibido del pan mojado, el indicativo de quién sería el traidor de Jesús mientras le decía «Lo que vas a hacer, hazlo pronto» (Juan 13:27). Todo este tiempo Judas había estado encargado del dinero (es decir, había servido), había comido en la misma mesa con Jesús (es decir, había hecho parte de la comunidad) e incluso Jesús le había lavado los pies (es decir, había recibido el amor de Dios). Sin embargo, Juan, al ver todo esto, probablemente estaba asombrado al ver que Judas traicionaría a Jesús, dado que implicaba que todo este tiempo había estado fingiendo ser un discípulo. Dado que podemos fingir como el hombre del hospital y como Judas, hoy nos debemos preguntar, ¿cómo sé si estoy fingiendo ser un seguidor de Cristo? Para responder esto, Jesucristo nos muestra dos indicativos de Sus verdaderos discípulos.
Los verdaderos discípulos aman como Cristo lo hizo
En primer lugar, Jesucristo dice «Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos…» (v. 34). Es decir, los verdaderos discípulos aman y amarán como Cristo lo hizo. Esto es algo que tal vez algunos han escuchado muchas veces. Pero exactamente, ¿cómo amó Jesucristo a Sus discípulos? Primero, Jesús los amó de tal manera que quería que sintieran la intensidad y la profundidad del amor de Su Padre. Juan 17:26 dice: «Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos». Como un hermano mayor que desea dar a conocer a sus hermanos y hermanas menores el amor que él ha recibido de sus padres, Jesús quería que también Sus discípulos experimentaran el profundo amor con el que el Padre lo amaba.
Los verdaderos discípulos glorifican a Dios como Cristo lo hizo
Adicionalmente, el versículo 31 dice «Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo: —Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él». En Juan 12 Jesús había hablado previamente de la gloria del Hijo del Hombre al decir: «Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado [...] Ciertamente les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto». Jesús sabía que era mediante Su crucifixión y resurrección que Su Padre sería glorificado. Por tanto, en lugar de detener a Judas, le dijo con un enorme celo por la gloria de Su Padre: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Pero ¿por qué haría esto Jesús? ¿Por qué daría Su vida para exaltar a Dios? Como Agustín de Hipona dijo: «Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti», Jesús en ese tiempo sabía que lo único que llenaría los corazones hambrientos de los discípulos sería experimentar los infinitamente gloriosos y bellos atributos de Dios que se manifestarían en la crucifixión de Jesús.
¿Ves cuán deficiente es nuestro amor en comparación al de Jesucristo? Piensa, ¿buscas a Dios diariamente para amar a tus hermanos y hermanas en Cristo con el amor del Padre? ¿Estás glorificando a Dios en tu vida de tal manera que otros miembros logren ver la belleza de Dios? Cristo nos amó tanto, que dio Su propia vida pues fue golpeado, humillado, crucificado y resucitado para que pudiéramos hoy y por la eternidad ver y disfrutar del amor, la gloria y la belleza de Dios. Esta es la manera en que Cristo nos ha llamado a amarnos los unos a los otros para hoy y la eternidad, y es así como los verdaderos discípulos son: amándose los unos a los otros con el amor del Padre y glorificando a Dios así como Cristo lo hizo a través de Su vida y supremamente en la cruz. Como está escrito: "...El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios (1 Corintios 1:18 NVI)”. Amén.
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