Ilustración 

Durante su ministerio, un pastor ofició numerosos funerales en los que lamentablemente habían fallecido miembros de su iglesia. Uno de ellos fue un hombre de 30 años que, debido al cáncer, dejó atrás a su esposa y un hijo de cuatro años. La esposa, aferrándose a los pantalones del pastor, lloraba amargamente diciendo: “¿Cómo voy a vivir ahora?”. En otra ocasión, una madre de sesenta años perdió a su hijo que tenía una esposa, dos niños pequeños y una niña recién nacida. En su funeral, mientras bajaban su ataúd en la tierra, su madre saltó hacia el ataúd y se lamentaba llorando: "¡Moriré con mi hijo! ¡No saldré de aquí!". Especialmente en esos momentos y pensando en el amargo dolor que traía la muerte, el pastor anhelaba fervorosamente que no existiera la muerte.

 

Así como Jesús resucitó, al igual resucitarán los santos como Él resucitó

Afortunadamente, hay alguien que ha vencido la muerte. Solo nuestro Señor Jesucristo ha podido resucitar y dejar su tumba vacía. Es difícil expresar la gran esperanza que es esta tumba vacía para todos nosotros. Esto es debido a que, aunque todos los santos muramos en la tierra, en el momento en que Jesús regrese, todos resucitaremos como Jesús lo hizo. Es por esto que el versículo 20 dice: “Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron” (1 Cor. 15:20). 

 

Resucitados con un cuerpo libre de enfermedades, capaz de trascender el espacio y que vivirá para siempre

Ahora, si los santos han de resucitar, es importante entender algunos de los aspectos que implicará la resurrección. En primer lugar, quienes resucitan como Jesucristo tendrán un cuerpo libre de enfermedades. Por eso Apocalipsis 21:3-4 dice: “Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”.

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En segundo lugar, los cuerpos de quienes resuciten como Jesucristo trascenderán el espacio. Juan 20:19 dice: “Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros”. Aquí, aunque los discípulos no habían abierto las puertas, aun así Jesús atravesó la pared y entró al cuarto. Incluso, Jesús comió junto con Sus discípulos antes de desaparecer repentinamente. En otras palabras, los santos quienes resuciten como Jesucristo lograrán teletransportarse y moverse libremente a través del espacio.

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Finalmente, quienes resuciten como Jesucristo, vivirán para siempre. Es debido a esto que 1 Corintios 15:51-53 dice: “He aquí, os digo un misterio: no todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”. 

 

Conclusión y aplicación

En conclusión, la resurrección de Jesucristo otorga una gran esperanza a los creyentes ya que, al igual que Él, resucitarán y tendrán un cuerpo libre de enfermedades, capaz de trascender el espacio y vivir eternamente. ¡Qué maravillosa promesa de esperanza! Por esta razón, los cristianos deben desear ardientemente el regreso de Jesús, vivir de manera santa, aborreciendo el pecado, proteger sus corazones para que no sean manchados por el mundo secular y predicar diligentemente el evangelio a “todo” (Marcos 16:15) el mundo. Así todo el que oye tendrá la oportunidad de experimentar la resurrección que solo se encuentra en nuestro Señor Jesucristo, la primicia de entre los muertos.