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EL SILENCIO DE DIOS

Dios nos sostiene y santifica a través de Su silencio.

Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. Juan 14:14 (LBLA)

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Daniel E. Seo, Th. M., MABC  |  13 de mayo 2020

En ciertas ocasiones la vida no sale como tú lo deseas y el sufrimiento viene como una fuerte tormenta o como un viento silencioso; aunque sea una situación de un viento silencioso, siempre sentirás dolor en ambas ocasiones. Y es en estos momentos de dificultad que las oraciones provienen de lo más profundo de tu corazón mientras te inclinas ante la persona en quien puedes confiar profundamente de corazón (Mateo 6:21 - Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón; Proverbios 3:5 - Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia). Pero hay un dolor más fuerte que penetra más allá del sufrimiento al que un creyente se enfrenta, el cual también ha causado que muchos cristianos abandonen la fe y vivan en escepticismo. Este dolor es el sentimiento de traición que muchos experimentan tras haber orado de rodillas y con lágrimas al Padre omnipotente, quien, aunque pudo crear el universo con Sus palabras, parece estar lejos y sentado en Su trono no dando ni una simple respuesta. Estas oraciones que provienen de lo profundo del corazón y resultan estar rodeadas en silencio siempre traen todo tipo de dolor haciendo que todo parezca como un sueño del cual deseamos despertarnos lo antes posible, mientras que el corazón se hunde al estómago con los ríos de lágrimas que empiezan a correr por las mejillas durante estas situaciones dolorosas. También es en estos momentos cuando emociones y pensamientos que no son de Dios atacan la mente mientras sientes que estás en medio del desierto y terminas expresando palabras llenas de murmuraciones y quejas de por qué el Padre no responde como Él dice que respondería en las Escrituras.

 

¿Has sentido el silencio de Dios?

Si piensas sobre un momento de profundo sufrimiento que has vivido en el cual Dios ha respondido con silencio, tal vez has hecho la siguiente pregunta: “La siguiente oración está permitida y no es una petición pecaminosa. Pero Dios, ¿por qué no me das una respuesta en medio de mi agonía?”.  Independiente de cómo termine uno orando, la verdad es que la oración debe tener un objetivo final, es decir, la oración debe tener como objetivo obedecer y desear la voluntad de Dios por encima de los beneficios que Dios te puede dar. Quizá te preguntes: “¿Pero no dijo Jesús que, si pedimos cualquier cosa para nosotros en Su nombre, Él respondería?”. Esta pregunta hace referencia a Juan 14:14, donde Jesús dice: “Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”. Pero hay algo muy importante en esta frase que todos los cristianos deben tener en cuenta. La frase “en mi nombre” revela el secreto y la metodología del poder y la eficacia a la oración. Pedir algo en el nombre de Cristo es pedir algo de acuerdo con la Palabra de Dios y para Su gloria. Esto quiere decir que cuando oramos, siempre debemos cambiar nuestros deseos por los deseos de Dios, aunque sea la cosa más difícil de hacer, especialmente en las circunstancias que cubren nuestros ojos del control benévolo soberano de Dios. Cristo nos enseña que debemos expresar nuestro deseo de querer tanto ver la Palabra de Dios en acción como ver que el nombre de Cristo sea exaltado. Cuando esta verdad empieza a conducir nuestras oraciones, podemos y debemos pedir por cualquier cosa en el nombre de Jesucristo sin preocuparnos por los resultados, confiando en que Él desea más que nadie poner las palabras de Dios en acción. Sí, es verdad que habrá momentos de dudas y preguntas cuando el silencio es la respuesta de Dios. Pero de la misma manera en que el ser humano no puede escuchar el viento más sutil, y, aun así, logra reconocer Su presencia, el silencio de Dios no significa que hay una ausencia de Su presencia. Es en estos momentos de duda que debemos abrazar lo que sintió Jesús.

 

Jesús sabe cómo se siente el silencio de Dios

En el huerto de Getsemaní, cuando Jesucristo le pidió a Dios que le apartara la copa llena de Su ira hacia el pecado, Dios no cumplió las oraciones de Su Hijo unigénito para salvarnos y tener una relación con nosotros (Lucas 22:42). Igualmente, Dios respondió en silencio cuando Cristo le clamó diciendo: “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46). Es decir, en esas dos ocasiones Dios respondió en silencio las oraciones de Su Hijo unigénito. En vista de esto, en momentos en que sentimos estar abandonados y en los cuales parece que Dios no nos escucha o nos responde con silencio, podemos declarar con alivio que Jesús sí conoce esos sentimientos. Por otro lado, lo más hermoso que podemos aprender de Jesús en estos momentos fue que Él tuvo la voluntad de Dios siempre en Su corazón. En el jardín, Él oró: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Cuando fue abandonado completamente en la cruz y llevó a cabo la voluntad de Dios con una agonía y un sufrimiento inimaginable, pudo declarar: “Todo se ha cumplido” (Juan 19:30 - NVI) momentos antes de su muerte porque Él sabía que la voluntad y el amor de Dios eran perfectos.

 

De la misma manera, en los momentos de sufrimiento o de profundo dolor en los cuales sientes que estás abandonado por Dios en medio de tus peticiones, recuerda que los sentimientos de abandono o el silencio no significan que Dios abandona a sus hijas e hijos. Todo lo contrario, son momentos en que Dios los sostiene y los santifica a través de ese silencio. Jesucristo quiere darte lo mejor porque la voluntad de Él es perfecta y lo mejor para ti. Si entiendes la perfecta voluntad de nuestro Padre celestial como la entendió Jesucristo, podrás rendir tus deseos —y el querer controlar tus deseos— y hasta tus propias vidas, y dejarlos en las manos de nuestro Rey soberano Jesucristo quien sabe más que nosotros cómo se siente el silencio.

Copyright © 2020 por Daniel E. Seo. 

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA), Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.lbla.com.

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