UNA FORMA DE AMAR A DIOS Y A TU PRÓJIMO AL MISMO TIEMPO
Una persona que realmente ama a Dios y su prójimo, ofrenda y ayuda a la iglesia porque no busca aprovecharse de ella.
41 Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor. 43 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. 44 Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento». — Marcos 12:41-44 (NVI)
Jong Hyuk Park, M. D. | 7 de julio 2023
Ilustración
Hace varios años, un pastor conoció a un joven en una iglesia en Bogotá, Colombia. Lo curioso de este joven era que solo venía cuando era la hora del almuerzo de la iglesia. Tal vez pensaba: “no debería haber problema si vengo solo para comer. Igual la iglesia tiene mucho dinero, son ellos quienes quieren dar esta comida gratis”. Aunque parecía inofensivo al comienzo, tras los años el pastor se dio cuenta de que este hombre no amaba a Dios ni a su prójimo. Era evidente, solo venía a la iglesia para recibir y aprovecharse de ella.
De igual manera, en los tiempos de Jesús, tanto los fariseos como los líderes de Jerusalén se aprovechaban del templo de Dios para obtener fama (Marcos 12:38) y ganar dinero (Marcos 11:15-19). Al aprovecharse del templo, se aprovechaban no solamente de su prójimo sino también de Dios. ¿Por qué pensaban que estaba bien solo recibir y no aportar nada? ¿Cuál era la solución a este grave problema?
Una forma de mostrar nuestro amor a Dios es no aprovechándonos de Él y arriesgándonos por Su iglesia
Durante Su ministerio, Jesús llamó a Sus discípulos para que vieran y aprendieran de una viuda pobre. Cuando uno lee esta historia es importante entender que en esos tiempos y en el templo de Dios, se usaban unos cofres que hacían mucho ruido cuando uno depositaba monedas allí. Debido a esto, las personas podían fácilmente impresionar a otros depositando grandes cantidades de dinero. Esto explica por qué Jesús pudo saber que “muchos ricos echaban grandes cantidades” (v. 41) en los cofres.
Adicionalmente, esto también podía ser vergonzoso pues otros podían saber cuando alguien depositaba una pequeña ofrenda y burlarse de él o ella tal como había pasado con otra pobre mujer. Por tanto, podemos imaginarnos cómo la pobre viuda podía sentir un poco de ansiedad mientras se acercaba al cofre cargando sus pocas monedas. Sin embargo, vemos que impresionantemente ella llega y echa sus “dos moneditas de muy poco valor” (v. 42). ¿Por qué se arriesgaría a ser avergonzada? Podía no ofrecer nada y nadie sabría lo poco que ella alcanzaba a ofrecer.
La única explicación a esto era que ella amaba a Dios y quería demostrarle su devoción a Él. Jesús quería que Sus discípulos aprendieran de la pobre viuda porque ella estaba cumpliendo el mandamiento más importante de amar a Dios con todo nuestro corazón pues ella no fue como los fariseos que usaban el templo de Dios para recibir fama. Era claro que para ella, Dios era más importante que su propia reputación.
Una forma de mostrar nuestro amor al prójimo es dando a la iglesia y no aprovechándonos de ella
En adición a esto, Jesús revela algo más impactante. Les dice a Sus discípulos: “Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás […] de su pobreza, echó todo lo que tenía” (v. 43-44). Debido a que era muy difícil en esos tiempos para las mujeres obtener trabajos, esta viuda pobre era tan pobre que hoy en día lo que tenía sumaba un total de aproximadamente y solamente mil pesos colombianos. Sin embargo, en lugar de quedarse con una moneda para tener algo de comer, ella ofrece todo lo que tenía. ¿Por qué?
La única explicación a esto es que la pobre viuda amaba a otras personas. Donó al templo porque sabía que era aquí donde otros podrían aprender de Dios. Jesús, por ejemplo, le enseñó a grandes multitudes en el templo (Marcos 12:35, 37). Por tanto, la pobre viuda depositó sus dos monedas en el cofre porque amaba a su prójimo y quería que conocieran al Dios que ella tanto amaba. La viuda no era como los ladrones que usaban el templo de Dios para su beneficio económico egoísta. Era claro, que para ella, su prójimo era más importante que todo lo que tenía para vivir.
Conclusión y aplicación
En conclusión, esta historia nos demuestra que una persona que verdaderamente ama a Dios y su prójimo ofrenda y ayuda a la iglesia para no aprovecharse de ella. Como la viuda, arriesga su reputación y dinero para poder amar a Dios y bendecir a otros.
¿Estás ofrendando en tu iglesia local? ¿O como los fariseos, líderes corruptos de Jerusalén y el joven de Bogotá estás yendo a la iglesia para aprovecharte de ella? Puede que pienses: “la iglesia tiene mucho dinero, no necesita mi ofrenda”. Sin embargo, no se trata del dinero. Se trata de la calidad de tu ofrenda. ¿Por qué entonces se fijaría Jesús en una pobre viuda y no en los muchos ricos que depositaban grandes cantidades de dinero?
Una de las formas en que podemos saber si vamos a la iglesia para aprovecharnos de ella es ver si deseamos ofrendar y ayudar a la iglesia de Jesús. Si nos hemos aprovechado de la iglesia es necesario arrepentirnos y pedirle perdón a Jesús pues aún hoy nos está observando. No seamos como los fariseos y líderes corruptos, sino como la pobre viuda quien inspiró tanto a Jesús que llamó a Sus discípulos para decirles algo como: “Vengan, vean y aprendan muy bien de esta pobre viuda, una mujer llena de amor, amor a Dios y su prójimo”.
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